Siempre he pensado, como la gran mayoría de los chilenos, que la Ley de Pesca que tenemos no es buena, la verdad creo que es muy mala. Ésta vulnera los derechos de los pescadores artesanales y, simplemente y con todas sus letras, favorece a las grandes pesqueras; como dicen, a unas pocas familias que explotan el recurso marítimo.
No me da miedo decirlo porque, insisto, es una injusticia tremenda. Por lo mismo siempre he estado disponible para apoyar a los pescadores de la zona del Maule, a esos que se levantan de madrugada para salir al mar, y se esfuerzan día a día por ganarle a la vida. Como senador he tratado de ser lo más coherente posible, por eso voté a favor de eliminar el arrastre, porque debemos regular la captura de la jibia, un recurso que, de no tomar medidas, se volverá cada vez más escaso.
El arrastre es el culpable de acabar con nuestras riquezas marítimas. Eso es una verdad que no podemos negar. Por ahora estoy conforme, solo por ahora, porque el Gobierno anunció que no objetará la eliminación de arrastre como método de captura de la jibia. Una excelente noticia.
También se anunció un veto aditivo, el cual se limita a incorporar el cerco como arte de pesca, lo que en la ley aprobada se prohíbe. Detrás de esta decisión está el resguardo de la cuota internacional anual, pero quedan a salvo también la producción y captura artesanal.
Aún hay mucho que mejorar. Creo que la Ley de Pesca debe tener muchas modificaciones. El Gobierno está dando claras señales de querer avanzar, de que se está escuchando a los pescadores artesanales, y de que seguiremos trabajando por lograr una ley que no solo favorezca a las grandes familias que han explotado el mar chileno.
Es verdad que la eliminación del arrastre es un triunfo, pero acá no se acaba la lucha por la dignidad de quienes le han ganado a la vida trabajando en el mar. Los senadores que un su momento aprobaron la Ley de Pesa son los responsables de tener una pésima ley, pero ahora creo que tenemos las herramientas y la voluntad de mejorarla.