Durante mis ocho años como alcalde de Talca, creo que uno de mis mayores logros fue acercar el municipio a los barrios, a las poblaciones de la capital del Maule. Tuve mucha fortuna, porque encontré aliados que nunca imaginé. Personas, en su mayoría, sin militancia política, que solo buscaban el bienestar de sus vecinos, y lograr avances en sus sectores: ellos son los dirigentes sociales.
Largas jornadas de trabajo junto a ellos, muchos nos abrían las puertas de sus casas para realizar reuniones, normalmente después de las 20:00 horas, porque también deben cumplir durante el día con sus compromisos laborales y familiares. Escucharlos y darles el espacio que se merecen, sin duda, fue una de mis mejores decisiones como alcalde.
Esto porque ellos son quienes viven el día a día en sus barrios, conocen de cerca la realidad de sus vecinos, y son el principal puente para lograr un trabajo integral en cada sector. Estoy convencido de que en ellos está la esencia del servicio público, porque no reciben sueldo, no los mueve el dinero, sino que el ímpetu por construir una mejor sociedad.
Gracias a los cientos de dirigentes y dirigentas sociales que permitieron que mi gestión edilicia fuera exitosa, estoy seguro de que sin el apoyo de ellos hoy no estaría en el Senado representando a toda la Región del Maule.
La clave está en las personas, está en los vecinos de cada sector, en escucharlos, en abrirles las puertas de nuestras oficinas, en darnos un tiempo para contestarles el teléfono, y en tener claro que por ocupar un cargo de representación, no somos superiores al resto. Muy por el contrario, sin la gente, sin el apoyo de las personas, no estaríamos donde estamos.